Lagomarsino fue indagado por el juez Julián Ercolini a mediados del mes pasado, luego de que el fiscal del caso, Eduardo Taiano, diera por probado que Nisman fue asesinado entre el 17 y el 18 de enero y que para eso se usó el arma a nombre de Lagomarsino como parte de un plan orquestado para simular un suicidio.
Desde el comienzo de la instrucción de la causa, Lagomarsino insistió en que él le prestó a Nisman el arma, de la que salió el disparo mortal, porque el ex fiscal se la pidió para defender a sus hijas de algún tipo de agresión. El cuerpo de Nisman, con un balazo en la cabeza, apareció en el baño de su departamento de Le Parc de Puerto Madero cuatro días después de haber denunciado a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, por el presunto encubrimiento del atentado a la AMIA, a través del Pacto de Entendimiento con Irán.
Tras ser investigado en Instrucción y luego enviado a Federal, el caso tuvo un giro de 180 grados en septiembre pasado, cuando la justicia tomó como válido el informe de la junta interdisciplinaria de Gendarmería, que estableció que Nisman fue víctima de un asesinato. En ese escenario, la figura de Lagomarsino quedó vinculada a la del “partícipe necesario”. Una decisión que fue en sintonía con el pedido de la querella que representa a las hijas que el fiscal tuvo con la jueza Federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado. Desde allí siempre se puso bajo la lupa el papel del técnico informático, hasta ahora la última persona que lo vio con vida.
A mediados de noviembre, Lagomarsino declaró frente a Ercolini y Taiano, durante 10 horas. Apenas una semana antes, el magistrado había ordenado que se le colocara una tobillera electrónica con GPS, que se activa si se aleja a más de 100 kilómetros de Buenos Aires. En su presentación, Lagomarsino lloró en varias ocasiones y respondió todas las preguntas. Describió la relación que lo unía a Nisman como de “amo-esclavo”, y aseguró que el fiscal podía llegar a llamarlo hasta “30 veces por día”. Lagomarsino, que cobraba como monotributista por su presunta labor como técnico informático en la UFI AMIA, aunque ninguno de los empleados de esa dependencia especial reconoció haberlo visto nunca allí, negó que entre él y Nisman hubiese habido un vínculo homosexual. Y también descartó haber sido un espía.
Por otro lado, también dio detalles de la presunta charla con Nisman el sábado del 17 de enero por la tarde y la noche de ese día, cuando le llevó el arma. También dio detalles de por qué él figuraba en una cuenta bancaria de Merryl Lynch, junto al fiscal, su madre y su hermana.
Sin embargo las respuestas no habrían convencido a los funcionarios judiciales, quienes en los próximos días, antes de la feria, se inclinarían por procesarlo. En su presentación, a la que fue acompañado por su abogado Gabriel Palmeiro, Lagomarsino aseguró que lo que sucedió con Nisman le “arruinó la vida” y que todo lo que quiso hacer al prestarle el arma, “fue un favor”.
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