A bordo de una Dodge motorizada por Johnny Laboritto, Pedro Doumic se impuso en el último Gran Premio de Turismo Carretera en La Pampa, el 7 de diciembre de 1986. Según las crónicas de la época, la coupé de color marrón de la marca del Pentágono conducida habitualmente con vehemencia llegaba a una inolvidable victoria de un Gran Premio de Turismo Carretera.
El escenario de dicha gesta fueron las rutas pampeanas, testigos por última vez del paso veloz del TC, cuando éste cerraba su campeonato en una de las últimas temporadas sobre los caminos de todo el país. Los autos debían soportar exigencias extremas, y los pilotos no escatimaban esfuerzos a la hora de perseguir el tan anhelado triunfo.
Y así fue como a fuerza de voluntad y mucha eficiencia logró imponerse en una prueba tan dura como el Gran Premio de La Pampa. El fruto de la perseverancia. Consiguió fortalecerse ante la adversidad de otros colegas, como los que peleaban el campeonato en ese año y otros grandes protagonistas: Oscar Angeletti, Oscar Castellano, Osvaldo Morresi, Emilio Satriano y Juan Antonio de Benedictis.
Al término de la carrera, el propio Doumic no cabía en sí: su llanto denostaba la alegría y la emoción que lo embargaba. Seis años después de su debut, allá por abril de 1980 en Tandil, luego de recorrer un difícil camino en la categoría signado por problemas mecánicos, despistes y golpes llegaba la gloria.
Su nombre además entraba en la historia porque además marcó el récord de velocidad promedio en una competencia de Turismo Carretera: 248,777 kilómetros por hora, seis más que la marca anterior ostentada por Miguel Ángel Atauri, vencedor de la Vuelta de Venado Tuerto en 1980 a 242,567 kilómetros por hora.
Siempre comprometido con su querido TC, también trabajó en pos del crecimiento de la categoría y el apoyo a pilotos para que pudieran sumarse a la división más popular y antigua del país. Su espíritu también lo llevó a involucrarse en política, donde participó de agrupaciones en Mar del Plata.
Sus últimos días los pasó en la Feliz, donde peleó hasta el final con una enfermedad terminal que no pudo doblegar. La redacción de CORSA manifiesta su más profundo pesar por la pérdida de uno de los referentes teceístas de la costa y desea su descanso en paz.
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